DÓLARES

La historia del dólar en Argentina: de la convertibilidad a la brecha cambiaria

Su relación con el peso argentino, las diferentes etapas, desde la paridad fija hasta la disparidad actual entre el oficial y el paralelo.
lunes, 5 de junio de 2023 · 10:24

El dólar es una moneda que ha marcado la historia económica y social de Argentina desde hace décadas. Su relación con el peso argentino ha atravesado diferentes etapas, desde la paridad fija de la convertibilidad hasta la actual brecha entre el dólar oficial y el paralelo.

La convertibilidad fue un régimen monetario que se estableció en 1991, durante el gobierno de Carlos Menem, con el objetivo de frenar la hiperinflación que azotaba al país. Consistía en fijar el valor del peso al del dólar estadounidense, de modo que un peso equivalía a un dólar. Para sostener esta paridad, el Banco Central debía respaldar cada peso emitido con una reserva de dólares.

La convertibilidad tuvo algunos efectos positivos al principio, como la estabilidad de precios, el aumento de las inversiones extranjeras y el acceso al crédito internacional. Sin embargo, también generó problemas estructurales, como la pérdida de competitividad de las exportaciones, el déficit fiscal y comercial, el endeudamiento externo y la dependencia de los flujos de capitales.

La crisis económica internacional de fines de los años 90 y la recesión interna provocaron una fuerte salida de dólares del país, lo que debilitó las reservas del Banco Central y puso en riesgo la convertibilidad. El gobierno de Fernando de la Rúa intentó mantener el régimen con medidas de ajuste fiscal y financiero, pero no logró evitar el colapso.

A fines de 2001, se produjo una masiva corrida bancaria, que llevó al gobierno a imponer el llamado “corralito”, que restringía los retiros de efectivo. Esto desató una grave crisis política y social, que derivó en la renuncia del presidente y una sucesión de mandatarios interinos.

En enero de 2002, el gobierno de Eduardo Duhalde decidió poner fin a la convertibilidad y devaluar el peso. El dólar pasó a cotizar a 1,40 pesos para las transacciones comerciales y a 1,60 pesos para las financieras. Además, se pesificaron los depósitos y las deudas en dólares, lo que generó una gran pérdida patrimonial para los ahorristas y los acreedores.

La salida de la convertibilidad implicó un fuerte shock inflacionario, una caída del producto bruto interno (PBI) y un aumento de la pobreza y la desocupación. Sin embargo, también permitió recuperar la autonomía monetaria y cambiaria, mejorar la competitividad de las exportaciones y reactivar el mercado interno.

A partir de 2003, con el gobierno de Néstor Kirchner, se inició un período de crecimiento económico basado en el superávit fiscal y comercial, el aumento de las reservas, la renegociación de la deuda externa y el control del tipo de cambio. El dólar se mantuvo estable en torno a los 3 pesos hasta fines de 2007.

Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se profundizó el modelo económico anterior, pero también se enfrentaron nuevos desafíos, como la presión inflacionaria, la fuga de capitales y la escasez de dólares. Para contener estas tendencias, el gobierno aplicó medidas como el cepo cambiario, que restringía la compra de dólares para ahorro o turismo; la estatización de las AFJP, que permitió acceder a los fondos previsionales; y la nacionalización de YPF, que buscaba aumentar la producción petrolera.

El cepo cambiario generó una brecha entre el dólar oficial y el paralelo o “blue”, que se negociaba en el mercado informal. Esta brecha llegó a superar el 100% en 2014. El dólar blue se convirtió en un indicador alternativo del valor del peso y en una forma de especulación financiera.

En 2015, con el triunfo electoral de Mauricio Macri, se produjo un cambio de paradigma económico. El nuevo gobierno eliminó el cepo cambiario y devaluó el peso. El dólar pasó de 9,83 pesos a 13,95 pesos en un día. Además, se eliminaron las retenciones a las exportaciones agropecuarias e industriales, se acordó con los fondos buitre y se abrió el mercado financiero.

Estas medidas tuvieron como objetivo atraer inversiones, reducir el déficit fiscal y normalizar la economía. Sin embargo, también tuvieron consecuencias negativas, como el aumento de la inflación, la caída del consumo, el endeudamiento externo y la vulnerabilidad frente a los shocks externos.

A partir de 2018, se desató una fuerte crisis cambiaria, que obligó al gobierno a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener un préstamo de 57.000 millones de dólares. A cambio, el FMI exigió un ajuste fiscal y monetario más severo. El dólar se disparó a más de 40 pesos y luego a más de 60 pesos en 2019.

En 2019, el gobierno de Alberto Fernández asume su mandato con una situación económica crítica, con una alta inflación, una profunda recesión, un elevado endeudamiento y una escasez de dólares. Para enfrentar estos problemas, el gobierno implementó medidas como el cepo cambiario reforzado, que limita la compra de dólares a 200 por mes; la doble indemnización, que busca proteger el empleo; la ley de solidaridad social y reactivación productiva, que establece un impuesto al dólar turista y a los bienes personales en el exterior; y la renegociación de la deuda con los acreedores privados y el FMI.

El cepo cambiario reforzado ha generado una nueva brecha entre el dólar oficial y el paralelo, que supera el 100% en la actualidad. Además, han surgido otros tipos de cambio alternativos, como el dólar contado con liquidación (CCL), que se obtiene al comprar y vender acciones o bonos en pesos y dólares; y el dólar MEP o bolsa, que se obtiene al comprar y vender bonos en pesos en el mercado local.

La brecha cambiaria refleja la desconfianza de los agentes económicos en el peso y en las políticas del gobierno. También implica un riesgo de traslado a precios, una pérdida de reservas y una mayor presión sobre el tipo de cambio oficial.

La historia del dólar en Argentina muestra las dificultades que ha tenido el país para lograr una estabilidad macroeconómica y una moneda propia fuerte y confiable. El desafío actual es encontrar un equilibrio entre la necesidad de preservar las reservas, controlar la inflación, reactivar la economía y resolver el problema de la deuda externa.

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